Desde sus inicios, Twenty One Pilots se dedicó a construir una comunidad. Si bien tuvieron singles que fueron hits (“Stressed out”, “Ride”, “Heathens”), hace tiempo que la banda dejó de ser una moda del momento y, ayer en el Movistar Arena, no hubo dudas de que las entradas agotadas eran de sus fans (o, como ellos lo llaman, el Clique).

Desde que aparecieron en el escenario, la música quedó sumergida en la ola de voces del público. “Overcompensate”, el primer single del último disco, abrió el show con fuegos artificiales y la batería tensa y filosa de Josh Dun, mientras Tyler Joseph, enmascarado, se movía cómodo por el espacio, rapeando, dando miradas cómplices a la cámara y dejando al público cantar sin ni siquiera pedirlo.
La banda le debía a Sudamérica un show así. Todas las visitas anteriores al continente fueron en el contexto del Lollapalooza (ediciones 2016, 2019 y 2023) y, para colmo, la última vez como reemplazo de Blink-182. En esa ocasión, eligieron una lista de canciones basadas en singles y dieron un show con mucha arenga al público —se entiende, no era el momento para tocar las gemas ocultas. En cambio, la noche de ayer duró dos horas e incluyó más de 25 canciones, sin sumar los fragmentos de otras que fueron interpolando para hacer mashups.

Tiene sentido que la banda esta vez haya decidido venir por fuera de un festival. Clancy, su último disco de estudio, fue considerado una vuelta a las raíces y tuvo mayor aprobación de sus seguidores si lo comparamos con Scaled & Icy (2021), cuyo sonido irónicamente alegre no terminó de convencerlos. A nivel conceptual, Clancy es una continuación de Trench (2018) y justamente se llama así por el protagonista de este disco. Esta vez, Clancy vuelve a la ciudad de Dema, controlada por un gobierno autoritario liderado por Nico y 9 obispos, una alegoría de las inseguridades, ansiedades y pensamientos oscuros de Tyler, el principal compositor y letrista. En este sentido, Twenty One Pilots se nutrió de la vulnerabilidad emo de los 2000 (My Chemical Romance, Paramore, Fall Out Boy) y lo combinó con un mundo de fantasía para decirle a sus seguidores: “Te entiendo, yo paso por lo mismo”.
Esta historia guarda un lore que solo sus seguidores conocen. Twenty One Pilots se enorgullece de esos fans que analizan cada palabra y cada objeto que aparece en los videoclips, y llevan esos elementos al escenario. Solo por dar algunos ejemplos: Tyler tenía las manos y el cuello pintados de negro —representando esa oscuridad que lo acecha y ahorca—, Josh apareció con el uniforme de Bandito —el grupo de rebeldes que protesta contra el gobierno de Dema y que funcion como metáfora de los fans— y, más tarde, esa ciudad apareció en la escenografía (unos cilindros grises gigantes con fuego a los pies), cuando los telones negros cayeron al piso.

Durante el show, Twenty One Pilots está en constante movimiento y no escatima en movimientos para acercarse a nosotros. Cuando terminó “Overcompensate”, Tyler se paró sobre las personas para el principio de “Holding on To You”, un momento siempre esperado por los fans. Más sorprendente fue cuando, al final de “Car Radio”, el staff lo cubrió con una manta negra y, como en un truco de magia, apareció un segundo después en la platea alta para terminar la canción. También tocaron varias canciones en dos escenarios individuales ubicados en el espacio que separa el campo delantero del trasero. Otra cosa que muestra que este fue un recital para volver a las raíces es que solo estuvieron ellos dos, a diferencia del show del 2023, que contó con más integrantes en la banda. Ayudándose con pistas pregrabadas, Josh se encargó de la batería y a veces de los teclados y los coros, mientras Tyler alternaba entre el piano, el bajo y el ukelele.
Sí, a Twenty One Pilots le gusta hacer shows vistosos y halagar al público (diciendo que quisieran tocar este show todas las noches), pero no se trata solo de entretener —insisto: no era necesario con la vorágine que causaban cada una de las canciones—, sino de confirmar la alianza con los fans. Todos esperamos el backflip de Josh al final de “Holding on to You”, todos estamos listos para los gritos hardcore al final de “HeavyDirtySoul” mientras Tyler canta acostado en el piso.

El momento más íntimo del show fue con “Paladin Strait”, la última canción de Clancy. Tyler, con un ukelele, y Josh en el teclado, lograron acallar el público para crear una pequeña habitación dentro de un estadio. Es una canción críptica para cualquiera que no esté en el fandom: “Paladin Strait” se refiere a un lago en el mundo ficcional de Dema que es necesario cruzar para escapar. Ese es el lago que Clancy está cruzando para volver a enfrentarse con Nico, es el momento de calma antes de enfrentarnos a aquello que nos atormenta. No es casualidad que en medio de la canción hayan tocado un pedacito de “Bandito”, de Trench, como si hubiesen querido decir que la lucha es posible solo con el apoyo de su comunidad, que se expande en todo el mundo.
Como sus discos, el show fue una coctelera de géneros musicales (un pop sombrío con tintes de energía adolescente, pop-punk, momentos de reggae y otros de puro hip-hop) y, por lo tanto, de emociones. No faltó “The Craving”, la canción tierna y acústica que Tyler le dedica a su esposa, ni la irónica y canchera “Lavish”, en donde se pusieron unos anteojos de sol para reírse de la gente cool e inalcanzable. Menos aún la explosiva “Jumpsuit”, con el bajo grave y amenazante que electrificó a todos los que estábamos ahí. De alguna forma, eso es la psiquis humana: los momentos oscuros conviven con otros que nos empujan a seguir presentes, como cuando escuchamos una canción que nos hace sentir acompañados, rodeados de miles de personas que también la sienten dentro suyo.

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