Noel Schajris habla con la pasión de quien ha atravesado el fuego y ha vuelto con canciones más vivas que nunca. Su nuevo álbum, Uno No Es Uno (versión Noel), no es solo una reinvención de su repertorio: es una declaración de independencia, una travesía emocional en cinta y una lección sobre lo que significa, realmente, ser dueño de tu arte.
“Este disco es un disco icónico en mi vida”, dice Schajris con el entusiasmo de quien ha encontrado un viejo amor bajo nueva luz. “Es un disco importantísimo en mi carrera. Lo soñamos con Sebastián Krys y le pusimos toda la carne al asador. Grabamos los pianos en Billroard, con John Legend cantando conmigo. Fue como Disneyland: todos mis ídolos estaban ahí. Pero no era mío. Y nunca lo será. Las canciones sí, pero el máster no, ¿viste?”
Ese quiebre entre lo que se crea y lo que se posee fue el germen de esta nueva versión: un álbum regrabado por completo, producido por él mismo y mezclado en cinta análoga, con una visión estética y espiritual que va mucho más allá del sonido. “¿Por qué hacerlo ahora? Porque a fucking time. La respuesta es: you are damn time”.
El sonido de la propiedad
En una época donde los catálogos de artistas vuelan entre fondos de inversión y conglomerados, Schajris eligió el camino contrario: regrabar su obra para volver a tenerla entre sus manos. Inspirado por figuras como Prince, Ray Charles y Taylor Swift —todos en su momento abanderados del control creativo y legal de su música—, Noel toma las riendas desde su sello independiente Dynamo Producciones. “Yo llegué a México en el 97 con 600 dólares en el bolsillo y la ilusión de vivir de la música. Te firmaban en una disquera y pensabas que ya la habías hecho. Nada más alejado de la realidad. Entrabas en una maquinaria donde básicamente el modelo de negocio se alimenta de que tú estés endeudado toda la vida”.
Uno No Es Uno busca romper ese ciclo. Grabado en Nashville junto al baterista Aaron Sterling —el mismo que ha trabajado con Taylor Swift, John Mayer y Post Malone— el disco fue capturado en sesiones en vivo de tres días. “No tenían idea de cómo eran las versiones originales. Les dije: no las escuchen. No quiero copiar el pasado, quiero ver qué sucede ahora. Era como subirse a un barquito sin rumbo fijo, con tres bestias musicales, y lanzarnos al océano. Fue de las experiencias más lindas de mi vida”.
Y el sonido lo demuestra: el álbum ofrece dos versiones distintas de mezcla —una digital y otra en cinta analógica— que permiten al oyente sumergirse en dos mundos sónicos. “La cinta tiene algo más infinito, más orgánico. Mi ingeniero Daniel Galindo lo explica muy bien: con 30 plugins tratamos de emular lo que naturalmente ya está en el tape. En la computadora hay infinitud, sí, pero es una infinitud reducida”, reflexiona.
De nuevo en casa
El título del álbum, Uno No Es Uno, resuena como un mantra espiritual y artístico. “Este proyecto es una bienvenida al hogar emocional que representa mi música”, dice. “Donde las canciones que nos han acompañado por años regresan con nueva vida y energía”. La canción “Nadie se va a marchar” fue el primer desafío: “Después de cantarla 18 años, me tomó tres días entender cómo cantarla hoy. Cuando entendí esa, entendí cómo cantar el disco completo”.

Otro de los grandes momentos es “Todo”, la única canción inédita del álbum. Grabada en un solo acorde (sol menor) y con un groove que evoca a Hendrix o los Grateful Dead, es un viaje psicodélico y místico sobre el amor como fuerza unificadora. “No me preguntes qué pasó, pero salió sola. Es una locura y por eso la elegí como sencillo”.
Este nuevo álbum también marca el inicio de una nueva etapa en la forma en que Noel distribuye su música. Las versiones físicas (CD y vinilo) estarán disponibles en tiendas Barnes & Noble de EE.UU. y a través de su plataforma NoelSchajris.fan, donde los fans recibirán ambas mezclas sin costo adicional. “Estamos muy contentos porque cerramos una distribución con Barnes & Noble y muchas otras cadenas independientes. Vamos a repartir vinilos a lo loco. Soñaba con este momento hace años”.
“Este disco regresa a casa. A mi alma. Y suena, para mí, mejor que nunca”.
Además, Uno No Es Uno vendrá acompañado de un documental dirigido por Tano Silveira, que retrata todo el proceso de grabación y mezcla. “Van a poder ver cómo hicimos el disco, cómo lo mezclamos en tape, cómo fue grabar con estos músicos increíbles. Es una carta de amor a la música hecha con alma y con las manos”.
En tiempos de playlists desechables, algoritmos y música que dura lo que un scroll, el gesto de Schajris es una contracorriente poética. “El formato físico no es una moda pasajera”, afirma. “Hay una necesidad de valorar la música otra vez. El streaming ha generado una sensación muy efímera, muy desechable. Pero cuando comprás un vinilo, lo escuchás con otra responsabilidad. Es tuyo. Te sentás a escucharlo porque gastaste platita”.
Y no es solo una cuestión de nostalgia. Es también una postura ante el mundo digital volátil. “¿Qué pasa si se cae Spotify un día? ¿Si se va la luz? ¿Si se pierde el cloud? Hay que tener la música en físico, como las fotos, como los libros. Si no, tu vida entera puede desaparecer con un botón”.Noel Schajris no solo está regrabando su historia. Está escribiéndola con tinta propia. Uno No Es Uno no es una reedición: es una reinvención. Una obra hecha desde el amor, la libertad y la conciencia. Y sobre todo, una invitación a reconectar con la música como un acto profundo, tangible, eterno.
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